viernes, abril 22, 2011

11 ☆ -20º

07.00 AM, suena el despertador. El hielo de la ventana te indica que fuera hace mucho frío, aunque en tu habitación la calefacción está tan fuerte que puedes ir en manga corta. Te preparas algo para desayunar y te vistes: medias debajo de los tejanos si no quieres morir de frío, y una camiseta de cada si no quieres morir de calor (tirantes, manga corta, manga larga, una segunda manga larga es opcional, y un jersey o sudadera). Te vas vistiendo dentro de tu habitación con la calefacción a tope y ya empiezas a sudar. Te pones tu chaqueta con doble forro, los guantes, la bufanda, el gorro, y te dispones a salir a la calle. -20º. Hace mucho frío, pero sólo lo notas en las mejillas y la nariz, la única parte de tu cuerpo que no has podido cubrir. No puedes correr hacia la estación de metro porque el hielo que hay en el suelo te haría caer. Sabes que algún día te vas a caer igualmente, por muy cuidadosa que seas, todo el mundo te ha repetido mil veces que cada invierno debes meterte una santa leche contra el suelo como mínimo.

Llegas a la parada de metro (por fin!) para descubrir que la calefacción ahí está tan fuerte como en tu habitación. Pasas el metropass y esperas a que llegue el metro. Empiezas a sudar, hace mucha calor. Es horrible. Te quitas la chaqueta, los guantes, la bufanda y el gorro para evitar una lipotimia. Llega el metro y intentas sentarte mientras tienes contigo un montón de ropa. Quince horribles minutos en ese pequeño horno donde notas como te cueces a cada segundo que pasa. Tu parada. Bajas corriendo y te vuelves a poner la chaqueta, los guantes, la bufanda y el gorro mientras corres a la parada del bus para no perderlo. Esperas al bus y, aunque este bajo tierra, notas el frío de la calle. Te da igual, ahora ya te gusta el frío. De hecho, ni siquiera te pones el gorro. Llega el autobús. Está tan abarrotado que no puedes quitarte nada. Diez minutos de bus que se hacen interminables. Miras el reloj, vas bien de tiempo, paras una parada antes para huir de aquel segundo mini-horno.   El frío de la calle te sabe a gloria y lo disfrutas mientras llegas a la entrada de la universidad donde, por supuesto, voy a tener que quitarme la chaqueta, los guantes, la bufanda, (el gorro no que no me lo había vuelto a poner), la sudadera y alguna de las camisetas de manga larga, depende de cómo lo veas. 


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